En condiciones normales, sudar permite regular nuestra temperatura corporal. En las zonas donde se acumulan una mayor cantidad de glándulas sudoríparas son axilas, manos, región púbica y pies.
En algunos casos, su funcionamiento puede verse alterado y generar una sudoración mayor a la normal. Las causas pueden ser de diversa índole; desde trastornos hormonales, hasta un origen hereditario, pasando por situaciones de ansiedad o estrés, pueden incrementar los efectos de la hiperhidrosis.
Si nos referimos a los pies, cuando la hiperhidrosis se asocia a una descomposición bacteriana da lugar a una patología conocida como bromhidrosis, caracterizada porque al exceso de sudor se le une el mal olor. Cabe destacar que estas circunstancias no se deben a una falta de higiene.
En casos leves o moderados de exceso de sudoración en los pies podemos optar por el uso de diversos productos como polvos de talco, cremas reguladoras del sudor o fórmulas magistrales que el podólogo puede indicar. Ayudan a controlar el exceso de sudor y de este modo también se controla el mal olor, si fuera el caso.