La onicocriptosis o comúnmente conocida como uña encarnada, es una afección que habitualmente se localiza en uno o los dos canales ungueales de la uña del hallux o dedo gordo, aunque también puede estar presente en el resto de dedos.
Ésta cursa con una inflamación de mayor o menor entidad en función del tiempo que pase el paciente aguantando antes de acudir a una consulta podológica. Los elementos que definen la inflamación asociada son un aumento en el volumen en la zona, enrojecimiento y calor. Este efecto se desarrolla por el intento que realiza nuestro cuerpo para combatir el elemento extraño, la uña, que en estos casos ha logrado penetrar la piel encarnándose provocando además un intenso dolor, especialmente al ir calzados.
Existen dos componentes fundamentales para comprender el origen de esta afección, por un lado, tenemos la morfología propia de la uña. Existen descritos muchos tipos de uñas, la morfología de la uña es de origen congénito existiendo algunos tipos que tienen especial tendencia a encarnarse. El otro motivo, y por cierto el más común, somos nosotros, es decir nosotros provocamos este problema al realizar una manipulación incorrecta de la uña, como por ejemplo un mal corte redondeando y cortando más allá del canal ungueal por donde ésta discurre.
Debemos comprender que la uña ejerce una presión en el lecho ungueal, que es la zona que vestigialmente protege. Sin uña, el dorso del dedo sería como el pulpejo, abombado, es por ello que cuando cortamos más de la cuenta el lecho expuesto tiende a ocupar la zona de uña que hemos eliminado creando un obstáculo que impide a la uña crecer libremente. Por tanto ésta acaba clavándose.
¿Cómo lo solucionamos?
Paso número 1, manos arriba mejor que tocar en casa con una tijera acude al podólogo. Son los profesionales que mejor conocen y más experiencia tienen tratando este tipo de patología. Es muy común en sus consultas encontrarse con varios de éstos molestos compañeros de viaje.
Las herramientas de que disponen son variadas, pero las vamos a clasificar en tres tipos.
- Quiropodia, cuidado básico que realizan en consulta, en ella valorarán la posibilidad de retirar de manera sencilla y sin molestias la espícula que causa el problema, orientando al paciente para evitar futuras recaídas.
- Ortonixia, ¿Os suena la ortodoncia?, pues es lo mismo pero aplicado a la uña. En ella colocan lo que podemos llamar un bracket, es decir un soporte, en el cual añadirán un fino alambre que se encargará de traccionar para cambiar la disposición de la uña respecto de los canales ungueales, buscando la corrección conservadora de la deformidad. Es un procedimiento que al igual que les ocurre a los dentistas precisa de varias revisiones y ajustes a lo largo de meses.
- Cirugía: Que nadie se asuste, el tratamiento quirúrgico es más sencillo de lo que la palabra cirugía a priori implica. Existen aproximadamente unas 20 técnicas descritas, y todas ellas se adaptan a diferentes situaciones que el profesional averigua durante la anamnesis y la exploración posterior. Los postoperatorios los podríamos definir como amables ya que no requieren de un largo periodo de convalecencia y en la mayoría de casos en dos semanas están como nuevos.
Por lo tanto, antes de manipular algo que podría tener una resolución muy simple en manos experimentadas, ya saben, acuda a su podólogo de confianza.