Las infecciones causadas por hongos, las micosis en el pie son causantes de numerosas consultas en las clínicas podológicas diariamente.
Es frecuente que cuando una persona acude al especialista ha probado remedios de todo tipo, algunos realmente peregrinos y otros simplemente mal aplicados. Estas infecciones afectan tanto a la piel como a las uñas y los microorganismos que las producen son variados, siendo el más común los dermatofitos, seguidos de las cándidas.
Algunos de estos hongos tienen una gran afinidad por la queratina, elemento presente en el pelo, la piel y las uñas, es por ello que a nivel del pie las uñas se ven con gran frecuencia afectadas por micosis. El pie constituye especialmente en invierno un lugar idóneo para el crecimiento y proliferación de estas infecciones ya que para que éstas se desarrollen precisan de elementos inherentes al estilo de vida occidental, humedad, frío y calor, precisamente el entorno que ofrece un calzado cerrado. Si además hay asociado un problema de hiperhidrosis el caldo de cultivo está servido.
La prevención es un hábito esencial que todos debemos adquirir para que no padezcamos una infección de éstas características.
¿CÓMO?
Hay que secarse después de las duchas los pies a conciencia, incluido entre los dedos ya que es un lugar en el que la humedad puede permanecer macerando la piel, por tanto, debilitando una barrera que nos protege del exterior y facilitando la colonización de cualquier microorganismo presente, incluida la propia flora dérmica, la cual debe permanecer en equilibrio con el PH de la piel.
Otro detalle, en invierno, es que los calcetines permanezcan secos y en caso de personas con problemas de sudoración cambiar una vez al día el par que nos hayamos puesto por la mañana y además utilizar productos que ayudan a regular la sudoración de la piel.
¿Y QUÉ PASA EN VERANO?
Que es la época ideal para combatirlos, el pie suele estar expuesto y a la luz del sol lo que perjudica en gran medida el desarrollo y proliferación de éstos microorganismos, sin embargo, hay que tener en cuenta los elementos que hemos comentado anteriormente además de emplear antimicóticos orales o tópicos que le recetará su podólogo según las necesidades de cada caso. Los podólogos pueden optar por recetar un antimicótico de amplio espectro, esto es, aquellos que abarcan los que causan las infecciones más comunes o realizar un cultivo con el que podemos ponerle nombre y apellidos al causante de la infección y de éste modo dar el antimicótico idóneo para el caso que tengamos delante.
Tanto la aplicación como el tiempo del tratamiento serán prescritos por su especialista de elección, quedando posteriormente en consulta para realizar controles y evaluar la resolución del caso.
Haz que tus pasos te lleven al lugar donde mejor van a cuidar de tus pies, la consulta de un podólogo.