No en pocas ocasiones acuden a nuestras consultas personas con diversas molestias que achacan al calzado de seguridad que obligatoriamente, y recordemos, por su propia seguridad deben llevar en sus puestos de trabajo.
El calzado de seguridad fue inventado en Estados Unidos en 1904 para combatir las altas temperaturas en las fundiciones, aunque con el tiempo fue adquiriendo un papel más importante a la hora de prevenir fuertes impactos de las cargas que los operarios solían emplear, siendo el aplastamiento de los dedos el accidente más habitual en las fábricas.
A las puntas reforzadas primero con fibra y posteriormente con acero se le unieron otros elementos de seguridad como las suelas anti perforantes, o elementos rígidos insertados en la caña de las botas como prevención ante posibles cortes.
Sin embargo hay pacientes que reniegan de éste tipo de calzado, sus argumentos van desde el peso del zapato/bota lo que deriva en fatiga muscular al final de la jornada laboral, falta de flexibilidad en la caña, una transpiración deficiente lo que deriva en problemas de hiperhidrosis, incluso una adaptabilidad escasa que entra en conflictos con algunas tipologías de pies como el pie cavo.
CÓMO ESCOGER UN CALZADO DE SEGURIDAD DE CALIDAD
En primer lugar, hay que destacar que el desarrollo a través de décadas ha dado lugar a la inclusión de materiales tan resistentes como el acero, pero con un peso muy inferior, siendo el recomendado en un zapato de estas características de 500 gramos o menos.
Por otra parte, según el modelo existen distintos tipos de hormas que pueden lograr adaptarse en gran medida a pies que debido a su morfología tienen necesidades especiales.
Este tipo de calzado debe contar con espacio suficiente para la implantación de soportes plantares que, prescritas y/o realizadas por su podólogo de confianza, ayuden a descargar zonas en conflicto. Detalles como el tipo de actividad, las horas que se pasan en bipedestación entre otros ayudan al podólogo a decidir elementos y materiales idóneos para el trabajo en cuestión.
Si debe llevar este tipo de calzado no hay que olvidar que más que una molestia constituye un elemento de protección esencial que puede salvarle el pie en un accidente laboral.
Consulte con su podólogo para que su uso sea lo más confortable posible.