- El Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana ha informado que, especialmente tras periodos vacacionales, aumenta el riesgo de fracturas por estrés en los miembros inferiores.
- Algunos factores que predisponen a padecer estrés en los pies son tenerlos cavos con retropié varo, tener index minus (el dedo gordo del pie es más corto que el segundo metatarsiano), pie pronado, sobrecargas al practicar deporte o patologías metabólicas como la falta de vitamina D, entre otros.
- Esta afección tiene mayor incidencia en las mujeres como causa de la osteoporosis.
Valencia 13 de septiembre de 2023.- El Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) ha informado de que las fracturas por estrés en los pies son algo relativamente frecuente que puede darse tras periodos de parón, como es la época vacacional, principalmente en deportistas o profesionales que por su trabajo sobrecargan mucho los miembros inferiores.
Según han indicado los podólogos, este tipo de lesiones suelen producirse al iniciar su actividad deportiva o laboral de una forma brusca y excesiva. Junto a esto, también puede originarse cuando retomamos la práctica deportiva tras las vacaciones, principalmente al correr, y no permitimos que las estructuras anatómicas se adapten a las nuevas exigencias mediante un reposo adecuado.
“A lo largo de los año, este tipo de fractura ha recibido muchos nombres como ‘la fractura del recluta’ o la ‘fractura del marchador´, porque es muy común en soldados. Se tratan de fracturas por estrés o fracturas por sobrecarga y si bien pueden darse en cualquier hueso, son comunes las que se dan en el segundo y tercer metatarsiano”, ha explicado Jorge Escoto, podólogo y miembro de la junta directiva del ICOPCV.
Según ha indicado, algunos factures intrínsecos que predisponen a padecer fracturas por estrés en los pies es tener pies cavos con retropié varo, index minus (el dedo gordo del pie es más corto que el segundo metatarsiano), pie pronado, dismetrías, anteversión femoral o patologías metabólicas como falta de vitamina D. Estadísticamente, es una afección con mayor incidencia en las mujeres como causa de la osteoporosis.
Junto a esto, hay otras causas externas que influyen en las fracturas por estrés como son el tipo de calzado que se utiliza (un calzado con poca suela o suela rígida sin apenas amortiguación pueden afectar a que un metatarsiano se rompa), la actividad física se realiza, el terreno en el que se practica o desarrollar una técnica incorrecta.
“Los síntomas que pueden indicarnos que nos encontramos en el pie ante una fractura por estrés son dolor, deformidad, crepitación, hinchazón y signos de hematoma. El problema en este tipo de afección es que, como no suele existir una causa clara para estas molestias, los pacientes siguen realizando su actividad normal y lo confunden con una metatarsalgia. Esto hace que el problema se prolongue en el tiempo y que continúen con su actividad normal cuando se necesita todo lo contrario, reposo”, ha asegurado Jorge Escoto.
Desde el ICOPCV se ha incidido en que el tratamiento es la inmovilización, bien con yeso o bien con zapatos de suela rígida, para favorecer la descarga y evitar complicaciones como que se genere un callo que podría provocar un dolor crónico en la planta del pie o, incluso, en casos excepcionales el desplazamiento del foco de fractura. En otras ocasiones, puede requerirse tratamiento quirúrgico si existe alguna complicación en el transcurso de la consolidación de la fractura.
“Como vemos, el estrés también afecta a los pies y la mejor forma de prevenirlo es corrigiendo cualquier alteración biomecánica en la marcha. Esto se realiza mediante el uso de plantillas personalizadas realizadas por el podólogo. También ayudará utilizar un calzado apropiado, aconsejado por un profesional, que se adapte a las características de nuestra fisiología; evitar el sobreentrenamiento y adaptar las cargas que recibe ese hueso; y elegir correctamente la superficie de entrenamiento”, ha concluido el podólogo Jorge Escoto.
Desde el ICOPCV se ha recordado que para garantizar que estamos en manos de un profesional de la Podología y evitar ser víctimas del intrusismo, es decir, ser tratados por supuestos profesionales que carecen de la formación universitaria que se exige para esta rama sanitaria, hay que asegurarse que la clínica donde vamos a ser tratados dispone de número de registro sanitario y el podólogo esta colegiado.
Más información: Patricia Berzosa
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